jueves, 29 de octubre de 2009

UNA CONEXION ENTRE CORIA Y JAPON

Hola, amigos:

Los que sois de Sevilla conoceis una localidad llamada Coria del Río. Este pueblo, famoso por su albur en adobo y su contrabando, tiene además una curiosa particularidad: de toda la vida hay mucha gente de apellido "Japón" con pinta de ser oriental.

Y la explicación es sorprendente.

Adentrémonos en el relato de un viaje que tuvo lugar en el siglo XVII. El de un samurai que conoció a Felipe III de España, al Papa Pablo V y casi, casi a Galileo Galilei. Un viaje que a lo largo de siete años lo llevó desde Japón a Roma, pasando dos veces por Coria del Río, provincia de Sevilla.

Dedicado a todos mis conocidos corianos, gente encantadora y extraordinaria. Bueno, todos excepto uno.

Mas o menos en 1602, un fraile sevillano llamado Luis Sotelo desembarcó en Japón procedente de Manila. Desde hacia varios años, los jesuitas habían logrado convertir al cristianismo a varios Daimios (señores feudales) y sus vasallos respectivos. Fray Sotelo era franciscano y su misión era intentar salvar el alma de Dato Masamune, uno de los Daimios más poderosos, y hacer frente al emergente poder jesuita.

El fraile, un hábil diplomático, se dio cuenta de que solo tocando el bolsillo del Daimio podría conseguir su favor. Como buen franciscano, no tenía dinero, pero le propuso un plan irrechazable: Masamune no tenía por qué convertirse, pero permitiría formalizar un obispado en su territorio. A cambio, los franciscanos acreditarían y acompañarían a una embajada japonesa para entrevistarse con el rey Felipe III de España y el Papa Pablo V. Objetivo: habilitar rutas comerciales directamente entre Japón y España.

El Daimio se dio cuenta enseguida de que suprimir cientos de intermediarios entre Asia y Europa, la ruta tradicional, multiplicaría sus beneficios comerciales, así que accedió gustoso al trato.

Masamune encargó al español Sebastián Vizcaíno y al inglés William Adams la construcción de un galeón de tipo europeo, mejor preparado para atravesar el Océano Pacífico que un barco nipón, bautizándolo como "Date Maru" en japonés y "San Juan Bautista" en castellano. La embajada estaba formada por 150 japoneses y 50 españoles, entre frailes y marineros. El mando de la expedición recayó en el samurai Hasekura Tsunenaga, capitán de la guardia y amigo personal del Daimio.

Hasekura, a la derecha.

La otra derecha, Yoli.

El "San Juan Bautista" zarpó hacia América el 28 de Octubre de 1613, llegando a Acapulco tres meses después de su partida de Japón. La comitiva continuó a pie hasta México capital, donde se entrevistó el 25 de Marzo de 1614 con el Virrey de Nueva España, al que Hasekura mostró las credenciales. En ellas, Dato Masamune se comprometía a establecer relaciones diplomáticas y comerciales con España, pedir al Papa el envío de misioneros católicos y patrocinar el establecimiento de un alto delegado papal para evangelizar todo Japón.

Ese compromiso era una fantasmada enorme, porque nuestro amigo era un señor muy poderoso, pero no gobernaba el país ni mucho menos. Eso lo hacía el Shogún, gobernador militar de Japón, que tenía al emperador acojonado, acongojado y como figura decorativa. Y había algo más: el Shogún, Tokugawa Hidetada, era enemigo político de Masamune.

A la izquierda, el Shogún Hidetada.

Entretanto, como muestra de voluntad por convertirse, durante la Semana Santa se bautizaron 42 japoneses, y recibieron la confirmación de manos del arzobispo de México nada menos que 63 nipones. Hasekura prefirió reservar la salvación de su alma hasta llegar a Europa. Pasados los festejos, la comitiva se dividió: el samurai, treinta japoneses y los frailes se encaminaron hacia Veracruz, donde embarcarían con dirección a La Habana; el resto de los nipones volvieron a Acapulco a esperar junto al barco el regreso del samurai.

El 3 de agosto, la embajada inició la travesía del Atlántico a bordo de la Flota de Indias. Tras dos meses de navegación, llegaron el 5 de octubre a Sanlúcar de Barrameda, en la desembocadura del Río Guadalquivir. Allí fueron recibidos por el Duque de Medina Sidonia, que les facilitó dos galeras que los llevaron hasta Coria del Río, cerca de Sevilla, donde fueron alojados en el monasterio franciscano.

A lo largo de un mes fueron tratados como auténticos reyes. Asistieron a fiestas, recepciones, corridas de toros, y se entrevistaron con todos y cada uno de los nobles andaluces, que hacían cola para departir con aquellos extraños cristianos amarillos. Por fin, el 25 de Diciembre, japoneses y franciscanos se pusieron en marcha hacia Madrid.

Pero mientras se dirigían a la capital llegaron noticias preocupantes desde Japón. En febrero, el Shogún Hidetada había decretado la prohibición de la práctica del cristianismo y la expulsión de todos los misioneros extranjeros. Eso dejaba a la embajada en una posición bastante delicada, porque ahora la misión de Hasekura era considerada una delegación menor, una representación de un simple señor feudal enfrentado al mandamás, el Shogún.

Al llegar a Madrid tuvieron que esperar mas de un mes para entrevistarse con Felipe III, y ocho meses más hasta obtener permiso para dirigirse a Roma a ver al Papa. A pesar de bautizarse en presencia del Rey y contar como padrino con el Duque de Lerma, flamante primer ministro y mano derecha del monarca, la embajada fue despedida de manera mas que fría el 15 de agosto de 1615, cuando se puso en marcha camino de Barcelona para embarcar hacia Italia.

A la izquierda, Felipe III de España.

Tras desembarcar en Génova y viajar a pie hasta Roma, Hasekura y fray Sotelo se prepararon para otra larga espera, aunque de forma sorprendente fueron recibidos enseguida por el Papa Pablo V, lo que elevó el ánimo de japoneses y franciscanos.

Pero sus esperanzas se diluyeron muy pronto. La razón de la prisa era que el Santo Padre estaba muy ocupado organizando el juicio contra Galileo Galilei por sostener que la Tierra giraba alrededor del Sol. El samurai fue despedido tan rápido como fue recibido, a pesar del bautizo en Roma de otros cuantos japoneses.

Tras dos meses en la Ciudad Eterna, el 7 de enero de 1616 la comitiva comenzó el viaje de vuelta, a pie hasta Génova, en barco hasta Barcelona y otra vez a pie hasta Sevilla. El rey Felipe III había sugerido que esta vez la embajada no se detuviese en Madrid, en parte por ahorrar gastos, en parte por no perder el tiempo organizando entrevistas con poco sentido político.

Alojado en el monasterio franciscano de Coria del Rio, el samurai insistía en que la autoridad y la fuerza de su Daimio era superior a la de muchos reyes europeos, y que su señor pronto se iba a convertir en el Shogún de Japón. No dejó de pedir nuevas entrevistas con el rey de España o el Duque de Lerma, hasta que al cabo de un año se le agotaron los medios económicos y los recursos diplomáticos.

Hasekura y fray Sotelo partieron de vuelta hacia Japón el 4 de julio de 1617. Pasarían 200 años antes de que llegase a Europa, en concreto a Francia, otra delegación japonesa.

Pero algo permaneció en España tras esta segunda visita: entre 10 y 15 japoneses, no se sabe el número exacto, decidieron quedarse a vivir en Coria del Rio. Hoy día podemos contabilizar varios centenares de descendientes de estos nipones, reconocibles por sus rasgos ligeramente orientales y porque suelen llevar el apellido "Japón". En el padrón de 2006, teníamos 1.851 personas apellidadas así en toda España, de las que 1.344 residían en la provincia de Sevilla.

Hasekura y fray Sotelo alcanzaron las costas mejicanas a principios de 1618 y se dirigieron por tierra a Acapulco donde les esperaba el “San Juan Bautista”. Para financiar en parte los elevados gastos de la embajada, el samurai y el franciscano consiguieron la autorización para cargar el barco de productos coloniales y tratar de venderlos en Manila, a donde llegaron en abril de 1618.

En Filipinas estuvieron casi dos años, intentando liquidar la expedición y recuperar en lo posible los gastos. No tuvieron mucha suerte y al final hubo que vender el "San Juan Bautista” a las autoridades españolas para obtener dinero suficiente y regresar a Japón. En julio de 1620, Hasekura partió de Manila, y sería en este puerto donde viese por última vez a fray Sotelo. Al tanto de las dificultades que atravesaban los cristianos en el pais de los samurais, el franciscano decidió quedarse un poco más para preparar su entrada de forma clandestina.

Hasekura volvió a pisar tierra japonesa en agosto de 1620, cuando entró en el puerto de Nagasaki. En los siete años que había estado fuera, el Daimio Masamune se había plegado a la voluntad del Shogún y su país había cambiado totalmente de política. Hidetada había prohibido el cristianismo, aplicando pena de muerte a creyentes nativos y predicadores, limitado el contacto con los extranjeros y anulado las relaciones comerciales. Llegaría incluso a prohibir relatar sus experiencias a todos aquellos que hubieran estado en el extranjero, también bajo pena de muerte.

Fray Sotelo fue delatado por el capitán del barco en el que llegó y condenado a morir en la hoguera. Hasekura renunció a su fe de forma oficial, pero todo indica que de forma oficiosa siguió fiel al cristianismo y lo propagó en su entorno, aunque de forma secreta, ya que muchos de sus allegados y familiares, que no eran cristianos a su llegada, fueron condenados en los años posteriores por abrazar la fe extranjera.

En Japón, el viaje de Hasekura a Europa fue enterrado en el olvido más absoluto. Los japoneses volvieron a saber de nuestro samurai en 1873, en plena apertura hacia Occidente, cuando una nueva embajada dirigida por Iwakura Tomomi llegó a Venecia. Allí le mostraron varios documentos relacionados con la visita de Hasekura a Roma.

Hoy quedan bastantes testimonios del viaje del samurai en el museo de la ciudad de Sendai, donde destacan dos retratos: uno del papa Pablo V y otro del propio Hasekura orando frente a un crucifijo.

También se recuperaron los planos originales del barco "San Juan Bautista" y los regalos europeos que Hasekura le entregó a Date Masamune y fueron rechazados, como un juego de dagas y espadas malayas compradas en Filipinas, gran cantidad de objetos religiosos cristianos y numerosas cartas y documentos.

Todo fue guardado cuidadosamente por los descendientes de nuestro amigo a lo largo de cientos de años y donado al museo de Sendai, donde hay una exposición permanente y una réplica del barco.

A la izquierda el retrato de Hasekura orando fervorosamente.

También hay estatuas en honor de nuestro samurai en varias de las ciudades que jalonaron su aventura: Sendai, en Japón; Acapulco, en México; La Habana, en Cuba; Coria del Río, en España y Civitavecchia, en Italia.




Besos a tod@s.

martes, 27 de octubre de 2009

LA NEMESIS DE FERNANDO ALONSO

Hola, amigos:

Ya hemos conocido a la peor escudería de la historia, a la espera de ver que hacen los españoles de Campos-Meta el año que viene. Ahora quiero abusar de vuestra paciencia al principio del post para recompensaros al final con una historia de lo más curiosa, donde conoceremos al peor piloto que jamás haya pisado un circuito de F1.

Empezamos con la némesis de Fernando Alonso.

La cosa está entre un italiano y un japonés, aunque la mayor parte de los expertos se decantan por el nipón. Y yo también.

El italiano se llamaba Andrea de Cesaris, apodado "Andrea de Crasharis" (crash viene a significar rotura-accidente en inglés) y considerado el piloto más peligroso de la historia. En 1981 logró romper nada menos que 18 coches a lo largo de un campeonato que constaba de 16 carreras. Ostenta un gran récord absoluto: De 208 grandes premios disputados abandonó en 148, la inmensa mayoría por accidentes. Jamás ganó una sola carrera a pesar de pilotar para escuderías como McLaren.

El japonés, mi favorito, se llamaba Takachiho "Taki" Inoue. Nuestro amigo corrió sólo un año en la escudería Arrows, sin pena ni gloria. De diecisiete carreras solo terminó cinco, todas en última posición. En Alemania ni siquiera llegó a competir, su bólido lo dejó tirado antes de la salida. El resto del balance: dos accidentes, dos incendios y multitud de averías. Un currículum pésimo pero no muy diferente del de otros malos pilotos ya que no tenía precisamente el mejor coche.

Lo que lleva a nuestro amigo a ser distinto es la naturaleza de los accidentes que tuvo.

Es frecuente sufrirlos peleando por adelantar a un rival, o buscando el límite de la pista, pero los dos accidentes de Inoue fueron muy peculiares. En una ocasión fue embestido por un "Safety Car", el coche de seguridad encargado de ralentizar la carrera cuando hay un accidente. En otra, fue atropellado por la ambulancia que venía a auxiliarle.

Vamos por partes.

1995. Gran premio de Mónaco. La carrera con más glamour y dinero. Era la quinta carrera y nuestro amigo Inoue ya estaba siendo fuertemente criticado por su manifiesta mediocridad. En los entrenamientos del sábado tuvo un problema con los frenos y se paró en un lateral del circuito.

Lo normal era que abandonase el coche para que lo retirasen de la pista, pero Inoue se empeñó en que lo remolcaran hasta el box. Taki no salió del coche, se quitó el casco y oyó el griterío de la gente alrededor suyo. Todo el mundo lo estaba mirando, haciéndole fotos y gritando su nombre. Inoue sonrió y empezó a saludar, hasta que se dio cuenta de que no le estaban rindiendo homenaje, sino que se estaban cachondeando al ver un bólido remolcado a 20 Km/h por una grua.

Avergonzado, se puso el casco de nuevo.

Menos mal.

En una época donde las comunicaciones eran bastante menos sofisticadas que ahora, nadie avisó al Safety Car de que el coche de Inoue no había sido retirado, sino que estaba siendo remolcado. Justo al salir de una curva se lo encontró en medio de la pista, no tuvo tiempo de reaccionar y embistió por detrás al japonés con tal fuerza que el bólido volcó y aterrizó boca abajo, encima de la cabeza de nuestro amigo.

Si la vergüenza no le hace tener el casco puesto quizá hubiese muerto y nos hubiéramos perdido su gesta de Hungría.

1995. Gran Premio en Hungaroring. En plena carrera, el coche de Inoue salió ardiendo. Poca cosa, porque nuestro amigo estaba acostumbrado a que su bólido se quemase, explotase o lo dejase tirado, de modo que salió tranquilo. A partir de aquí es difícil decidir de quién fue la culpa.

El coche no se había parado en el mejor de los lugares, eso es cierto.

Taki no debería estar revoloteando alrededor de su coche, eso también es verdad.

Pero la ambulancia debió de ir con un poco mas de cuidado.

El conductor no calculó bien lo resbaladizo del terreno. Cuando Taki hizo un quiebro y volvió hacia el monoplaza, no pudo frenar a tiempo y lo atropelló de modo que nuestro amigo aterrizó encima del capó y se rompió una pierna, en una de las escenas más ridículas de la historia de las carreras.

Aquí unas fotos:















































Aquí un enlace con el histórico momento. Lo siento pero no sé ponerlo en la web, para verlo, copiad y pegad en el navegador, que no tiene desperdicio.

http://www.dailymotion.com/video/x2un7_pas-de-bol_auto

Nuestro amigo aún intentó competir la temporada siguiente, pero no lo logró. Nunca más volvió a subirse a un Fórmula 1.

Besos a tod@s

viernes, 23 de octubre de 2009

LA BODA DE PANSINSAL

Hola, amigos:

Mi hermano, pansinsal, ha publicado una entrada en su blog acerca de su boda. Con su permiso, no puedo resistirme a contarlo desde mi punto de vista. Estamos otra vez en mi zona íntima, y de lo que voy a contar esta vez la culpa no la tuve yo. De hecho, fui el salvador, el héroe... mejor os lo cuento.

Después de unos años de convivencia y cohabitación en el más absoluto de los pecados, mi hermano y mi cuñada decidieron firmar el papelito que los acreditaba como matrimonio.

La boda se iba a celebrar en el Ayuntamiento de Sevilla un viernes por la tarde. Esa semana yo estaba de vacaciones, así que me ofrecí a efectuar las gestiones que mi hermano creyese oportunas para darles un respiro, que había mucho que hacer y poco tiempo. El me pidió que fuese a tramitar el permiso para aparcar en la puerta del consistorio y tambien dejar fotocopias de los DNI de los novios y testigos.

Para poder acceder a la planta donde se tramita hay que pasar un control que sería la envidia de la NASA, incluyendo registro de pantalones vaqueros personalizado, porque una chapita pitaba en el dichoso arco de entrada. Tras aportar la documentación, y dejar también una fotocopia de mi DNI como gestor del trámite, logré completar casi tres horas haciendo cola y gestiones.

El día de la boda estábamos citados en casa de mis padres, en una localidad llamada Villanueva del Ariscal, a unos 40 minutos de Sevilla. Tal como cuenta en su blog, mi hermano se presentó con el coche lavado por fuera... y por dentro, con los asientos completamente empapados, y yo llevaba un traje impecable cuyo pantalón estaba completamente arrugado porque se me olvidó plancharlo. Situación ideal cuando quieres matar a tu madre de un infarto, porque con los rulos puestos debe planchar un pantalón, el traje del novio, buscar toallas para poder sentarnos en el coche, etc.

A toda prisa, con la hora pegada, salimos hacia Sevilla con mi madre convertida por nuestra culpa en el pitufo gruñón. Afortunadamente, el tráfico fue clemente con nosotros, tanto que tuvimos hasta tiempo de comprobar que el policía de la puerta llevaba un peluquín espantoso. Mi amigo Javi sugirió que el postizo parecía un gato muerto y decidimos hartarnos de sacarle fotos. Parece que aún lo veo sonreir como los famosillos de Sálvame ante tantísima cámara y posado.

Cuando llegó la novia, el concejal hizo pasar a los contrayentes y testigos a una pequeña sala donde se firmarían las actas. Yo acompañé a mi madre, segundo testigo y madrina de la ceremonia.

Por favor, los testigos que presenten sus documentos de identidad.

Niño, dile a tu padre que te dé mi DNI.

Voy fuera de la sala.

Papá, que dice mamá que me des su DNI.

Pues yo no lo tengo, que mire bien en el bolso.

Vuelvo a la sala.

Mamá, mira bien
.

Que no, que no está...

¿Ocurre algo, señora?

Estee, verá... que no traigo el DNI...

Señora, necesito ver su acreditación. Si vive cerca podemos ir haciendo la ceremonia y firmar luego, pero dentro de veinte minutos hay otra boda.

Verá, es que el carnet está en Villanueva del Ariscal. En veinte minutos no hay tiempo de ir y volver.

Pues lo siento, pero así no puede haber boda.

Y uno nunca es consciente de que el silencio pesa varias toneladas hasta que no se ve en una situación parecida.

El padre de mi cuñada, el padrino, tenía los ojos abiertos como platos, lo que en él era noticia porque habitualmente parece tener dos puñaladas en un melón en lugar de ojos. Mi hermano agachó la cabeza, mi cuñada se quedó del mismo color blanco del vestido.

Alguien preguntó si a última hora se podía sustituir a la madrina por otra persona.

Imposible, hay un registro previo de documentaciones. Lo lamento, tendrán que pedir cita para otro día...

Mother of the beautiful love ( Madre del amor hermoso en sevillanglish )

Mi madre nos miró a mi hermano y a mí, acusándonos con un dedo:

¡¡¡ La culpa es vuestra !!! el pantalón arrugado, el coche mojado... y se me olvida, claro, sois... sois... ¡ ay Dios mío !

Y cuando todo parecía perdido, me acordé de las gestiones que hice.

Perdón, señor concejal. Yo traje al Ayuntamiento la documentación de la boda y se quedaron con una copia de mi DNI... ¿Podría valer?

Pues claro. Eso si que vale.

Así que estampé mi firma donde ponía "2º testigo", entre suspiros de alivio y risitas nerviosas, convirtiéndome en la madrina de la boda de mi hermano. En las fotos aparece mi madre haciendo como que firmaba, pero es mi rúbrica la que figura en los certificados, la causa del enrojecimiento y vergüenza que asoló a mi madre y mi cuñada a lo largo de todo el reportaje fotográfico posterior. Mi hermano se lo tomó con buen humor.

Hicimos un juramento sagrado de silencio, con una validez mínima de veinte años, que tardó unos veinte minutos en ser violado por casi todos a la vez, porque un incidente así tiene su gracia cuando acaba bien y Javi da con la tecla de mi denominación a partir de ese momento.

Migue, si eres hombre y madrina a la vez, quizá el brindis adecuado sea... ¡Viva el madrino!

Y madrino se quedó.

Bueno, me quedé.

Besos a tod@s

martes, 20 de octubre de 2009

NOBEL DE LA PAZ

Hola, amigos:

Hace poco le han concedido el Premio Nobel de la Paz a Barack Obama. El problema es que no sabemos que ha hecho para merecerlo, porque acaba de empezar su mandato y aunque tiene buena pinta como gobernante y parece persona moderada, no creo que sean méritos suficientes. Un Nobel se debe ganar por una trayectoria o por una acción muy, muy sonada y de momento no es así. Más todavía cuando lo más significativo que tienen los yanquis es que hacen las cosas principalmente para su beneficio, luego para el beneficio de sus aliados y si de rebote se beneficia el mundo entonces se ponen la medallita.

Hay cuatro políticos norteamericanos galardonados al Nobel antes que Obama y sus méritos no invitan al optimismo precisamente, más bien son para echarse a temblar.

Premiado en 1906.- Theodore Roosevelt. Presidente.

La frase más famosa de este amiguete nos deja bien claras sus pacíficas intenciones:

"En materia de política exterior hay que hablar tranquilamente a la vez que se sostiene un gran garrote".

En 1903 fomentó, financió y apoyó la rebelión de Panamá, en aquel momento una provincia, contra Colombia, en aquel momento el pais soberano. Casualmente, Colombia no quería ceder sus derechos del canal de Panamá a los yanquis. Roosevelt reconoció la independencia de Panamá el 6 de noviembre y negoció con el nuevo gobierno un tratado que le dejaba el control de la zona del canal durante 100 años.

En 1905 invadió la República Dominicana aprovechando el clima de guerra civil para poner un gobierno títere.

Fue galardonado por mediar en las negociaciones de paz en la guerra entre Rusia y Japón, que había ganado esta última, aunque por muy poquito. Claramente a favor de los rusos, para matizar que una potencia no-blanca había ganado a una potencia occidental consiguió que los japoneses firmaran un tratado donde las recompensas solo existían en el papel. Insensible ante las protestas, originó una frustración y un sentimiento anti-americano en todo Japón que determinó el rumbo de su política exterior hasta el bombardeo de Pearl Harbour y la Segunda Guerra Mundial.

Premiado en 1919.- Woodrow Wilson. Presidente.

En 1914 invadió México para obligar a dimitir al general Victoriano Huerta y poner en su lugar al revolucionario Venustiano Carranza, que mientras proclamaba su amor al pueblo se apresuró a firmar un montón de acuerdos comerciales con Estados Unidos.

En 1915 invadió Haití, aprovechando la confusión tras el asesinato del presidente Sam para desembarcar tropas y empresas estadounidenses.

En 1916, invadió la República Dominicana para restablecer un orden que no se había quebrado en absoluto, dejando un gobierno afín que abrió las puertas de par en par a las inversiones estadounidenses.

Fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por "su impulso a la Sociedad de Naciones y por la promoción de la paz después de la Primera Guerra Mundial mediante el Tratado de Versalles".

Una Sociedad muy mal concebida y un tratado tan beneficioso para los vencedores como abusivo, humillante, e imposible de cumplir para los alemanes. Hoy día, la mayor parte de los historiadores consideran a la Sociedad de Naciones y el Tratado de Versalles como la principal causa de la aparición del nazismo, que acabó desencadenando la Segunda Guerra Mundial.

Premiado en 1973.- Henry Kissinger. Secretario de estado.

El cargo equivale a Ministro de Asuntos Exteriores, pero con mucha más autonomía y poder del que tienen los ministros en España o Europa.

En 1973 organizó el golpe de estado de Pinochet contra el gobierno socialista de Salvador Allende en Chile y el golpe de estado en Uruguay cuando se mascaba la victoria en las urnas de la izquierda.

También estaba detrás del golpe de estado de la Junta Militar del general Videla en Argentina el 24 de Marzo de 1976.

Organizó la denominada Operación Cóndor, un plan sistemático dirigido a combatir el comunismo en Latinoamérica de tres formas:

Eliminando mediante asesinatos selectivos a los opositores y figuras populares de izquierda allá donde estuviesen refugiados, como el general chileno Carlos Prats en Argentina o el ex ministro del gobierno de Salvador Allende, Orlando Letelier, en Estados Unidos.

Suministrando maquinaria de tortura a los asociados, ofreciendo formación para su uso en los cuarteles generales de la CIA en Estados Unidos y asesorando sobre el grado de shock que el cuerpo humano es capaz de resistir.

Apoyando financieramente cualquier golpe de estado contra un gobierno de izquierdas, de forma que en los años setenta pertenecían al club de la Operación Cóndor todos estos países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay, Perú, Colombia y Venezuela.

Apoyó al régimen indonesio del general Suharto, acusado después del genocidio contra la población de Timor Oriental.

Se conoce su implicación directa en los bombardeos secretos de Laos y Camboya, ordenados sin permiso del Congreso. Dichos bombardeos sirvieron para que los jemeres rojos de Pol Pot accedieran al poder, del que se servirían para asesinar a más de dos millones de personas.

El Premio Nobel se lo llevó compartido con el vietnamita Led Duc To por acordar el final de la Guerra de Vietnam en 1973. Teniendo en cuenta que la guerra no acabó hasta 1975, la hazaña pacifista es más que discutible. Tanto que el vietnamita renunció al premio.

Kissinger se lo quedó en un bellísimo alarde de poca vergüenza.

2002.- Jimmy Carter. Presidente de los EEUU.

En el caso de este yanqui hay que reconocer que puso buena voluntad, pero no tuvo acierto ni fortuna. No dió una a derechas.

En 1980 financió y apoyó la revolución sandinista en Nicaragua contra la dictadura de Somoza, tradicional aliado de EEUU, convencido de que un gobierno democrático ligeramente de izquierdas era la solución para el país. Cuando descubrió que el gobierno era totalmente de izquierdas ya era demasiado tarde. En 1981, Carter perdió las elecciones con Ronald Reagan, que estaba convencido de que los sandinistas estaban a punto de aliarse con la URSS, creó la llamada "Contra" nicaragüense y provocó una guerra civil que duró 12 años y devastó al país.

En 1979 el Ayatollah Jomeini derrocó al Sha de Persia y se hizo con el control de Irán. Una vez en el poder, Jomeini se proclamó Líder Supremo, instituyó la Ley Islámica, promovió la creación de grupos terroristas y propagó las creencias radicales fundamentalistas por todo el islam. Carter ofreció refugio al Sha en EEUU y Jomeini pidió su entrega inmediata para juzgarlo. Ante la negativa estadounidense, el 04 de Noviembre de 1979 bloqueó la embajada americana secuestrando a 53 ciudadanos yanquis y pidió como rescate la entrega del Sha.

A partir de aquí, todo lo que intentó Carter fue un desastre. Sin mandar emisarios a negociar, se limitó a establecer una serie de sanciones económicas y esperar, esperar, esperar, tipo Luis Fonsi. Dos meses después, ante la presión popular, lo único que se le ocurrió decir fue que descartaba cualquier intento de rescate porque "seguramente fracasaría... y los rehenes morirían", bajando la moral americana y subiendo la iraní.

El 11 de Abril, cinco meses después, autorizó la operación "Garra de Aguila", una misión controvertida, que provocó la dimisión del Secretario de Estado, convencido de la chapuza del plan. Intervendrían 8 helicópteros, 3 aviones y 130 hombres. Fue tan mal planeada que fracasó antes de llegar siquiera a agruparse en el punto fijado. Se perdieron todos los helicópteros y un avión. Hubo 4 heridos y ocho muertos cuyos cadáveres fueron abandonados en el desierto y luego expuestos en las calles de Teherán, delante de cámaras de televisión que emitían para todo el mundo. Carter tuvo que comparecer ante las cámaras de EEUU y ante todo el país se responsabilizó del fracaso.

Pero siguió sin hacer absolutamente nada, ni siquiera cuando murió el Sha en Julio de 1980 y los rehenes cumplían 8 meses de cautiverio. Tampoco cuando estalló la guerra Irán-Irak. Tuvieron que esperar a que Carter perdiese las elecciones con Ronald Reagan y este iniciase un proceso de negociación que culminaría con su puesta en libertad el 20 de Enero de 1981. En total habían sufrido 15 meses de secuestro.

Como curiosidad, comentaros que Ronald Reagan realizó un bello ejemplo de contabilidad creativa en las dos crisis que heredó de Carter. Una parte del acuerdo con Jomeini consistía en venderle armas sin que nadie se enterase, porque también las vendía a Irak. El dinero lo usaba para financiar a la contra nicaragüense. Las ganancias de las empresas americanas de armamento fueron considerables y su apoyo financiero fue clave en su reelección. Todo se destapó en el llamado Irangate con el Coronel Oliver North como cabeza de turco.

Carter recibió el galardón por "sus esfuerzos infatigables por encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, por impulsar la democracia y los derechos humanos, y por fomentar el desarrollo económico y político de los pueblos".

Miedo me da el Nobel de Obama, amigos. Espero que sea un temor infundado.

Besos a tod@s.


viernes, 16 de octubre de 2009

LA MUJER PERFECTA


Hola, amigos:

La mayoría de vosotros, al leer el título de la entrada, habeis pensado en Scarlett Johansson, Megan Fox o alguna chica por el estilo. Vosotros, los veteranos, habéis pensado en Pamela Anderson cuando estaba buena. Y vosotros, los puretillas, habéis pensado en Bo Derek y la película del mismo título.

Pero como la verdadera belleza está en el interior, aunque todos vuestros instintos digan otra cosa, la verdad es que hoy hablamos de la tremenda historia de Aurora Rodriguez y su hija Hildegart. Dedicado a Mari Carmen, poseedora de todo tipo de belleza en general.

Aurora nació en El Ferrol en 1890. Hija de un abogado y una ama de casa, fue la tercera en llegar a una familia acomodada pero poco feliz. De su padre siempre hablaba bien, de su madre decía que era frívola y egoísta, a pesar de que apenas la había conocido porque murió cuando era muy joven, quizá porque el propio padre culpaba siempre a su esposa de la infelicidad del matrimonio.

Nunca mantuvo buenas relaciones con sus hermanos. De su hermana decía que era perversa y de su hermano que era cobarde y abúlico. El angelito se fue convirtiendo en una persona introvertida y reflexiva que disfrazaba su carácter con una máscara de violencia y rebeldía. Siempre alardeaba de no haber sido nunca doblegada por nadie, ni con halagos ni con castigos y apenas se relacionaba con su entorno.

A los catorce años, cuando murió su madre, pudo dedicarse a realizar una tarea completamente prohibida a las mujeres en aquel tiempo: disfrutar a sus anchas de la biblioteca del padre sin supervisión de la lectura. Pero su escasa formación le impidió aprovechar la vasta colección de sabiduría. Los únicos libros que leyó fueron los de autores socialistas utópicos como Saint Simon, Owen o Fourier, sin pararse a pensar que eran utópicos porque lo que proponían no podía realizarse. Era lo que le faltaba a una mujer de carácter tan extremista. Se convirtió en una socialista y atea fanática, que odiaba a las mujeres por dejarse dominar sin luchar.

Un día, Aurora se quedó anonadada ante un caso que llevaba su padre. Se trataba de la disputa entre una pareja mal avenida que tenía una hija. Querían separarse y ambos pretendían la custodia de la niña. La ley favorecía siempre al hombre, así que la mujer, para no verse alejada de su hija, decidió quedarse con su marido a pesar de sentir hacia él una repulsión tremenda. Ahora también odiaba a los hombres y se prometió a sí misma no casarse nunca. Lo cumplió.

Poco tiempo después, su hermana la perversa se quedó embarazada, todo un acontecimiento ya que estaba soltera. A lo mejor la opinión que de ella tenía nuestra amiga estaba justificada, porque abandonó a su hijo en la casa familiar para marcharse a Madrid y tratar de rehacer su vida. La arisca y solitaria Aurora sorprendió a todos haciéndose cargo de su sobrino con fervor.

Una de las cosas que mas le gustaba era sentarlo a su lado cuando tocaba el piano. A los pocos meses el niño tocaba con soltura, incluso superando a su tía y maestra. Con el tiempo llegaría a ser el "Mozart español", el célebre Pepito Arriola, niño prodigio que entusiasmó al mundo a principios de siglo. Se atribuyó a sí misma la creación de aquel genio, se acordó de que las mujeres solo podrían luchar contra su destino si disponían de formación, medios y aliento, y se autoimpuso una misión sagrada: tener una niña, educada por ella y nadie más que ella, cuya misión sería cambiar el papel de la mujer en el mundo.

Queria crear la mujer perfecta.

Para controlarlo todo desde el principio decidió concebirla sin amor, pasión ni placer, solo con la colaboración estrictamente necesaria de un hombre que se aviniera a sus reglas. Y estuvo varios años buscando un candidato que se ajustara al patrón: sano, inteligente, sin prejuicios y que comprendiera la importancia del proyecto.

Un día conoció a un presunto marinero de 35 años alto y fuerte que acababa de terminar una larga travesía por Suramérica. No hizo preguntas cuando el elegido le contó que se haría pasar por sacerdote porque aparentemente reunía todas las características exigidas. Se mostró abierto, simpático, culto y daba la impresión de estar seducido por la "gran idea" de dar vida a un ser superior. Años después, Aurora caería en la cuenta de que aquel hombre solo estaba seducido por la idea del sexo gratuito con una chica de buena posición y lo haría responsable de su tragedia.

Pero antes de todo eso, el elegido y Aurora tuvieron una serie de encuentros en una casita a las afueras de El Ferrol, que ella relataría posteriormente sin el menor romanticismo y con una enorme frialdad. Se "encontraron" veinte veces seguidas, siempre por la tarde, hasta que nuestra amiga estuvo segura de haber quedado embarazada. Sin dar explicaciones, se separó del supuesto marino y de sus parientes, se fue sola a Madrid y se estableció en la calle del Pilar del barrio de La Guindalera. Era la primavera de 1914.

Aurora tuvo suerte y dio a luz una niña sin complicaciones. A saber lo que hubiera pasado si el bebé hubiera sido niño... La llamó Hildegart porque significa "jardín de la sabiduría" y desde el primer momento se volcó en su desarrollo físico y mental. A los dos años estaba más alta y desarrollada que los niños de su edad , a los tres años ya sabía leer y a los diez hablaba alemán, inglés y francés.

Concebida y tratada como si fuese un experimento científico, la niña careció de infancia. Se dedicó al estudio constante, con dos temas prioritarios: la filosofía racionalista y todo lo relacionado con el sexo. Su madre pensaba que era la única forma de que no cayese en la trampa que acababa con el talento de muchas mujeres: el amor.

A los 13 años acabó el Bachillerato, a los 17 se licenció en Derecho y comenzó la carrera de Medicina. Leyó las obras de Carlos Marx, se sintió atraída por el movimiento socialista, del que finalmente se desengañaría, y alcanzó un gran prestigio internacional en el campo de la sexología. Daba mítines, hablaba de socialismo, liberación social y eugenesia y se había convertido en una oradora requerida y aclamada.

Al fundarse la Liga Española por la Reforma Sexual, el famoso médico Gregorio Marañón propuso, y consiguió, que formara parte de la dirección. Su talento llegó a oídos de personalidades como Havelock Ellis, el autor del “Estudio de la psicología del sexo”, máxima autoridad mundial en la materia, o el novelista de ciencia ficción H. G. Wells, autor de obras tan famosas como “La guerra de los mundos” y “La máquina del tiempo”, al que conoció en persona en Madrid, dejándolo profundamente impresionado por su inteligencia.

Pero cuando cumplió 18 años sucedió algo que Aurora no esperaba. Hildegart empezó a cuidar su aspecto físico y dejó de vestir de negro como le exigía su madre. Ahora era atractiva a los ojos de los hombres, que ya no admiraban sólo su inteligencia, y se enamoró de un joven político y compañero del Partido Federal, Abel Velilla, que la correspondía.

Su madre escribió en su diario: “Casarla sería tanto como sacrificar la misión para la que ha venido a la Tierra”, y llegó a la conclusión de que había una conspiración internacional para arrebatarle a su hija cuando Hildegart, alentada por Havelock Ellis y financiada por H. G. Wells, decidió viajar a Londres.

La madrugada del 9 de junio de 1933, tal como acabó contando ella misma, Aurora entró en la habitación donde dormía su hija. Pasó un buen rato en el dormitorio, sumida en sus pensamientos, hasta que se hizo de día y la habitación empezó a llenarse de ruidos. En ese momento empuñó un revólver, apuntó a la sien izquierda de Hildegart y disparó. Luego volvió a dispararle por segunda vez en el mismo sitio. El tercer disparo atravesó el corazón. El cuarto fue efectuado apuntando a bulto y el proyectil se alojó en el pecho de la chica.

En su diario escribió:

He suprimido una obra sublime con un acto sublime, ya que cualquier madre es capaz de parir, pero no de matar a sus hijos. La facultad de dar la vida lleva implícita la de quitarla, pero requiere gran valor”.

Había engendrado a Hildegart como instrumento para una revolución y cuando consideró que se había apartado de su objetivo decidió eliminarla. Aurora fue juzgada y condenada a 26 años, ocho meses y un día de prisión.

Se cuenta que no cumplió su castigo: la mañana del 18 de julio de 1936 llegó anunciando el estallido la guerra civil española, y una de las muchas cosas que trajo consigo fue que todos los presos desaparecieron de la cárcel en la que estaba presa. Se ignora si fueron liberados o aprovecharon el desconcierto causado por el alzamiento para escapar.

Pero la verdad es que no se encontraba en la cárcel, sino en el Hospital Psiquiátrico de Ciempozuelos, donde murió completamente sola.

Muchos años después del crimen, la criada confesó que Aurora había tenido a Hildegart secuestrada durante sus últimos días. Le cortó el teléfono, le prohibió recibir correspondencia, y le impidió cualquier contacto con el exterior. Antes de disparar, le había quitado ya la vida.

Para desgracia de la pobre Hildegart, es uno de esos casos en que se puede hablar con toda propiedad de una hija de la gran puta, aplicando el sentido negativo de la frase solo a la madre.

Besos a tod@s



martes, 13 de octubre de 2009

LA NEMESIS DE FERRARI


Hola, amigos:

Prensa y Televisión han conseguido que ya esté hasta las narices de Fernando Alonso y de Ferrari, supuestamente la mejor escudería del mundo. Como protesta os voy a contar la curiosa historia de la peor escudería que jamás haya pasado por la Fórmula 1.

Al principio tenía varias opciones, como un equipo llamado Life que intentó participar en el GP de Portugal de 1990 con un motor sujeto a la carrocería con cinta adhesiva, pero me lo he pensado mejor y voy a hablaros de la escudería Andrea Moda, cuyas mayores virtudes fueron la tacañería, la improvisación, el ridículo y un tufillo mafioso en el comportamiento de su dueño, cuyo cenit llegó cuando fue detenido por la policía en mitad de una carrera...

A finales de 1991, un joven italiano con largas patillas, gafas de sol y aires de playboy llamado Andrea Sassetti, propietario de una empresa del calzado con pinta de tapadera, hizo una inversión de ocho millones de libras esterlinas, y se quedó con un equipo de los malos llamado Coloni. Contrató a dos pilotos del montón llamados Alex Caffi y Enrico Bertaggia, bautizó a su equipo como Andrea Moda, pintó de negro los coches y se presentó en el primer Gran Premio de 1992, Sudáfrica.

Y comenzaron los problemas.

Se estableció una disputa entre el empresario italiano y la Federación Internacional sobre si, técnicamente, era o no un equipo debutante. La FIA decía que sí, y que debía abonar los 100.000 dólares de canon que se les exigía a los nuevos. Sassetti, con bastante morro, decía que Andrea Moda era una prolongación de la vida deportiva de Coloni, no un equipo debutante.

Pero la FIA no tragó y no solo volvió a reclamar el dinero, sino que le aclaró que no podía competir con un coche elaborado por una escuadra desaparecida. Debía fabricar un coche nuevo, desde cero, así que el equipo volvió a Italia sin poder participar. Por primera vez en la historia de la F1, dos máquinas quedaban oficialmente eliminadas por este motivo: “Impago del canon de habilitación”.

Con una enorme urgencia, Sassetti contactó con un ingeniero llamado Nick Wirth (muy atentos, que al final del post hay una sorpresita con este tipo). Tenían 15 dias para diseñar y fabricar un coche, que fue milagrosamente terminado a tiempo para la carrera de México. Pero hubo otro problema: la escudería reservó los billetes de avión para técnicos y pilotos, pero olvidó reservar el vuelo para los bólidos.

Aunque consiguieron billetes a toda prisa en vuelos posteriores, los coches llegaron tarde al circuito y los mecánicos no tuvieron tiempo de ensamblarlos. Por primera vez en la historia de la F1, dos máquinas
quedaban oficialmente eliminadas por este motivo: “Coche montado fuera de tiempo”.

Los pilotos no habían podido correr por segunda vez, pero lo que sí hicieron fue despotricar públicamente acerca de la poca seriedad de su patrón, que lejos de mostrarse conciliador los despidió de inmediato. Sassetti recurrió a los servicios del inglés Perry McCarthy y el italiano Roberto Moreno para conformar una curiosa pareja: por primera vez en la historia de la F1 los dos pilotos de una escudería eran completamente calvos.

En la siguiente carrera, el Gran Premio de Brasil, Moreno solo fue capaz de dar cinco vueltas, aunque no se clasificó. McCarthy ni siquiera pudo subirse al coche... porque en el equipo olvidaron tramitar su licencia para correr, un nuevo ridículo que le complicó enormemente la vida a Sassetti. A toda prisa, para que pudiese participar en la siguiente prueba, le consiguió la habilitación al inglés tras innumerables trámites y favores.

Y justo cuando tuvo tramitada la licencia de McCarthy, su ex-piloto Bertaggia volvió arrepentido besando sus pies, ofreciéndole un millón de dólares en patrocinadores a cambio de recuperar su asiento.


Con los ojitos brillantes, el empresario intentó despedir al inglés pero la FIA le advirtió que ya había agotado el cupo de cambios de piloto por temporada y que debía seguir con los que tenía, salvo lesión... o renuncia expresa de alguno. A partir de aquel momento, Sassetti le hizo la vida imposible al inglés para intentar coger el millón de dólares y mejorar un coche que era poco mas que una lata con ruedas.

En el GP de España,
Moreno solo pudo dar cuatro vueltas antes de que explotase el motor. Peor lo tuvo McCarthy, que en su esperado debut solo pudo rodar... 18 metros, aunque en el GP de San Marino tocó el cielo con la punta de los dedos al realizar su carrera más larga a los mandos de un Fórmula 1: siete vueltas seguidas. Con tiempos ridículos eso sí, aunque al menos se había dado el gusto. Nunca volvería a repetir nada semejante.

En Mónaco, durante los entrenamientos, McCarthy iba por su tercera vuelta cuando lo mandaron a los boxes. El coche de su compañero se había roto por enésima vez y necesitaba repuestos, así que su bólido fue utilizado para reponer las piezas que hacían falta.

Al acabar la carrera, por la noche, tuvo lugar un incidente bastante oscuro. Una discoteca de la costa italiana perteneciente a Sassetti, que recordemos estaba sospechosamente cerca de la mafia, sufrió un incendio. Mientras nuestro amigo escapaba de las llamas junto al resto de la gente, un hombre armado le disparó aunque falló. Tras este incidente se fueron varios de los patrocinadores, dejando el coche aún mas negro de lo que estaba.

Cuando llegó el GP de Canadá, el equipo se encontró con que no habían llegado los motores. Corrió el rumor de que Sassetti no le había pagado a tiempo al fabricante, pero el italiano le echó la culpa a British Airways, encargada del traslado aéreo de los motores, y la aerolínea se la echó al mal tiempo. Decía que el avión no pudo despegar debido a una tormenta. El caso es que Sassetti, sobrado de recursos y falto de la más elemental vergüenza, fue a pedirle prestado un motor a la escudería Brabham y lo instaló en el coche de Moreno, dejando así fuera de la carrera al británico.

Los Andrea Moda no estuvieron en el siguiente Gran Premio, el de Francia, debido a una huelga de camioneros que les impidió el paso al circuito de Magny Cours. Solo a ellos, debido a que el resto de los equipos sí hizo caso de la nota de aviso que les mandó la FIA. A la hora del conflicto ya estaban instalados en el circuito o utilizaron rutas secundarias alternativas.

Para el GP de Gran Bretaña los coches se presentaron completamente pintados de negro. Después de tantos ridículos, los patrocinadores que le quedaban a la escudería habían salido huyendo y encima olvidaron en Italia la pegatina con el propio nombre de la escudería. En esta carrera, con la pista seca y un sol de justicia, Moreno salió con neumáticos lisos y McCarthy con los de lluvia...

Estaba claro que el objetivo de Sassetti era exprimir al máximo las condiciones de Moreno y enloquecer al inglés para que renunciase.
En Alemania, misteriosamente, el bólido de McCarthy no dió el peso mínimo reglamentario y no fue habilitado para correr.

En Hungría, Sassetti consiguió un nuevo patrocinador pero siguió con su obsesión de perjudicar a McCarthy y lo mandó a preclasificar solo 45 segundos antes del final de la tanda. La FIA comenzó a tomar cartas en el asunto y amonestó a la escudería Andrea Moda por su comportamiento.

Haciendo caso omiso de las advertencias, para el GP de Bélgica los mecánicos instalaron en el coche del inglés un sistema de transmisión que Moreno había descartado por estar defectuoso. El resultado no se hizo esperar: nada más salir del garage, el coche de McCarthy sufrió un fallo en la dirección y se estrelló contra las protecciones al llegar a Eau Rouge, una de las curvas más peligrosas del calendario.

El británico no tuvo tiempo de pedirle explicaciones a su patrón. Mientras regresaba al box, Andrea Sassetti fue detenido por la policía belga a petición de la Interpol, en plena calle de boxes, denunciado por fraude, corrupción y varios delitos fiscales, aunque veintricuatro horas más tarde, tras pasar la noche en la cárcel, el empresario fue liberado.

El equipo se presentó en Monza para disputar el GP de Italia, pero la FIA ya estaba hasta las narices y decretó su expulsión del Mundial de Fórmula Uno a falta de cinco carreras, por llevar al deporte hacia el “descrédito”, acabando así con
la andadura de un equipo deliciosamente sórdido.

Y ahora... ¿os acordais del ingeniero que diseñó y construyó la lata con ruedas? Os lo recuerdo: Nick Wirth.

En el año 1993 este amiguete se asoció con el español Adrián Campos para crear la escudería Bravo F1, compuesta por nada menos que... 5 personas: Wirth, Campos y tres mecánicos. La FIA desestimó su petición para competir, calificando gráficamente el proyecto como "basura".

Y aún hay más. La próxima temporada habrá tres equipos nuevos. De ellos, hay dos que a priori parecen muy interesantes: Manor Grand-Prix, con... Nick Wirth como director técnico y Campos-Meta, con... Adrián Campos como dueño.

Estoy ansioso y expectante por ver si alguno bate el récord de sordidez de Andrea Moda. Yo apuesto por Campos-Meta
. Estoy convencido de que solo los españoles somos capaces de amenazar semejante marca.

Besos a tod@s

jueves, 8 de octubre de 2009

LA ESTAMPIDA

Hola, amigos:

Volvemos al lado oscuro, aunque esta vez voy a aprovechar que mi amigo Javi ya lee el blog para contar algo que, aunque tuvo mi participación directa, fue culpa suya.

Hicimos un viaje organizado en bus a Salou. Eramos cuatro, mi amigo Javi, dos amigas y yo. Después de un interminable trayecto llegamos reventados, pero no lo suficiente como para dejar de tomarnos una cervecita y entonar el cuerpo. Las niñas dijeron rápido que a dormir, pero nosotros decidimos dar una vuelta por Salou y comprobar si el hotel estaba cerca de la playa.

Un carajo. En lo alto de una montaña. Y para llegar a la zona de bares y la playa había que hacer una "C" enorme porque por el medio había un descampado. Tras las cervezas nos enfrentamos a la dura realidad: trayecto cuesta arriba y hotel a tomar por el culo. Así que decidimos acortar por el descampado y para nuestra sorpresa había un caminito a través de las hierbas y matorrales, señal de que otros aventureros exhaustos o borrachos habían emprendido la exploración de la zona antes que nosotros.

El día siguiente, después de liarla en el karaoke del hotel y salir tan aclamados como Falete en las Fiestas Mayores de Coria (este hecho merece un post en exclusiva, que ya montaré) la mitad del autobús se apuntó a una copita. Y terminamos por convertirnos en héroes cuando hicimos partícipe al grupo de la nueva ruta hacia los bares.

Cuando íbamos por la mitad del camino, con nosotros guiando sabiamente al grupo, Javi puso cara de malo.

Sigue la broma, Migue, que nos vamos a reír.

Vale.

Y dijo con voz alta y clara:

Migue, ¿eso es una serpiente?

Pues... sí.

Y en ese preciso momento las chicas empezaron a gritar como posesas.

En décimas de segundo se organizó una formidable estampida humana. Los tacones se convirtieron en zapatillas de deporte y las faldas en cinturones, de lo remangadas que se encontraron. Los chicos fueron empujados, apartados o pisoteados por aquella horda femenina sin control. Ni siquiera siguieron el caminito, aquella manada de mujeres histéricas invadió los matorrales, corriendo cuesta arriba como si les fuese la vida en ello.

Rápidamente ayudamos a los chicos a levantarse, fuimos hacia las chicas y nos encontramos con una escena dantesca. Faldas y camisetas rasgadas, brazos y piernas arañados, medias rotas, la mayoría llorando, otras diciendo qué miedo, qué asco...

Cualquiera decía que era una broma, así que nos limitamos a decir que la bicha era enorme pero no parecía peligrosa. Esa noche nos quedamos en el hotel y nunca mas volvimos a gastar una broma similar.

Bueno, sí. Pero esa es otra historia.

Besos a tod@s


martes, 6 de octubre de 2009

EL VERDADERO MARQUES DE SADE


Hola, amigos:

Puedo ver cómo os frotais las manos y pensais "Dada su naturaleza mental perversa, pervertida y calenturienta no podía faltar en su blog el Marqués de Sade..."

Y teneis razón, es uno de mis personajes históricos favoritos. Pero es necesario que distingamos el Sade literario del real, porque una cosa es lo que hizo, otra lo que escribió y otra lo que se dice de él basándose sólo en su obra y no en su vida. El Marqués fue mas bien una víctima de las circunstancias y la Revolución Francesa, que lo tomó como chivo expiatorio en representación de la nobleza mediana y le obligó a llevar una vida muy desgraciada.

Donatien Alphonse François, marqués de Sade, nació el 2 de Junio de 1740. Mimado desde la mas tierna infancia, creció con el ejemplo que le daban sus padres, arquetipos de lo que era la aristocracia antes de la Revolución Francesa. Al cumplir cinco años, su padre decidió trasladarlo al castillo de Saumane, donde estaría al cuidado de su tío, abad del convento de la localidad. Allí pudo comprobar el futuro marqués el libertinaje de este buen ministro de Dios, siempre bien abastecido de prostitutas, aunque también le proporcionó una gran formación cultural.

Al cumplir los diez años entró en el colegio jesuita Louis-le-Grand de París, uno de los más prestigiosos. Allí nació la pasión del marqués por el teatro y recibió las primeras impresiones en lo referente a la fustigación y la sodomía. En aquella época el castigo del látigo entre los aristócratas era una pena noble e incluso existían tratados sobre ello. Respecto a la sodomía, la fama que acompañaba al centro era la de que los maestros la fomentaban entre sus alumos e incluso la practicaban con ellos como parte de la formación para la alta sociedad a la que pertenecerían en un futuro.

A los catorce años su padre lo sacó del colegio para incorporarlo al ejército. Poco tiempo después estalló la guerra con Prusia y Sade cumplió valerosamente con sus deberes militares hasta que acabó la Guerra de los Siete años y se licenció. Su padre, que ya le buscaba esposa desde hacía tiempo, consiguió casarlo con Renée-Pélagie, hija del presidente de Montreuil, una joven no muy agraciada, pero de buena posición económica y buen carácter, con la que se trasladó al palacio presidencial. Pronto se ganó el afecto de toda la familia, incluso de su suegra, dama autoritaria y de moral estricta que se mostraba encantada con él. El embarazo de la señora de Sade no hizo sino aumentar la felicidad familiar.

Pero al poco tiempo llegó el escándalo de Alcueril.

En aquella localidad, el marqués practicó algunas torturas menores (azotes, cortes, cera incandescente, ...) con una joven llamada Rose Keller, y ésta se atrevió a denunciarlo. Este tipo de hábitos sexuales formaban parte de la conducta habitual de los nobles desde los tiempos del Rey Sol y el castigo solía ser una simple multa, pero este caso tuvo mucha resonancia social porque estaba germinando la Revolución Francesa. La prensa se cebó en nuestro amigo, explotó al máximo el escándalo y a partir de este momento comenzó a surgir la leyenda del marqués de Sade como símbolo del mal. Fue encarcelado y solo después de siete meses de gestiones, traslados y declaraciones, recuperó la libertad. Podríamos decir que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado.

El rey le obligó a permanecer alejado de la corte, más por evitar la publicidad negativa que por estar en desacuerdo con su conducta. Un día, el amigo Sade decidió darse un gustillo y se fue a Marsella con su criado para organizar una orgía con cuatro prostitutas. Para que todo fuese mas fluido invitó a dos de las chicas a probar pastillas de anís que contenían cantárida, un afrodisíaco bien conocido desde la antigüedad, pero cometió el error de excederse en la dosis y las jóvenes enfermaron levemente del vientre durante unos días.

Dada la polémica que acompañaba a Sade, el caso se denunció como si el marqués hubiese organizado un aquelarre con doncellas vírgenes en lugar de un encuentro con prostitutas. El resultado fue que al poco tiempo las autoridades se presentaron para conducirlo a presencia de la justicia, Sade creyó que todo estaba perdido y huyó. Los jueces, fuertemente presionados, acabaron declarándolo culpable de intento de envenenamiento, fue quemado en efigie en Aix y se dictó orden de persecución.

Durante una larga temporada estuvo huyendo de un lugar a otro, incluyendo Italia, hasta que en junio de 1776 volvió a Francia para visitar el lecho de su madre, que acaba de morir. Sade fue detenido y se reabrió el caso de Marsella. Los nuevos jueces se dieron cuenta de que había sido tratado de una manera muy arbitraria y la sentencia acabó diciendo que todo se reducía a una cuestión de libertinaje. La condena fue no poner los pies en Marsella durante tres años y pagar una multa.

Pero cuando nuestro amigo ya se creía liberado, la presión popular consiguió que se mantuviese su detención a la espera de un nuevo juicio que nunca terminaba de encontrar fecha de celebración. En Vicennes permaneció encerrado entre 1778 y 1785, luego fue trasladado a la Bastilla y posteriormente al manicomio de Charenton hasta que a los pocos días estalló la Revolución Francesa, el pueblo tomó la Bastilla y liberó a los presos del antiguo régimen, entre ellos al Marqués de Sade. Había pasado en prisión 11 años esperando un juicio a todas luces injusto e ilegal.

Tras su liberación, se encontró con que su mujer se había exiliado de Francia huyendo de la Revolución. Aislado y sin recursos, decidió adoptar la profesión de escritor de obras de teatro. Todas, absolutamente todas, son piezas inocentes y normales, como las que habría podido escribir cualquier otro autor. El problema es que apenas le llegaba el dinero para comer.

De manera más o menos velada, las novelas picantes gozaban de prestigio en una parte del público y Sade vió en ello una buena oportunidad de conseguir el dinero que necesitaba. A pesar de adoptar el género no quería que se le confundiese con la mayoría de escritores eróticos, a los que despreciaba extraordinariamente y por eso firmaba con pseudónimo. En "Historia de Juliette" habla de las obras de estos autores, considerándolas miserables folletos hechos en los cafés y burdeles.

Entonces conoció a Marie-Constance Renelle, a la que dedicó su famosa "Justine", que se convirtió en un best-seller de la época. Esta mujer estaba casada con un tal Quesnet, que se marchó a las indias dejándola a ella y a su hijo en Francia. Sade sintió un gran afecto por ella y la contrató como ama de llaves, incluso le leía sus obras para que ella diese su opinión. Constance se convirtió a partir de entonces en su mujer de hecho y le ofreció un valioso apoyo en los momentos difíciles.

Renegando de su origen noble y la monarquía que tan poco lo había defendido, se convirtió en revolucionario llegando incluso ser presidente de un comité, hasta que le tocó debatir acerca de la pena de muerte. Al marqués le impresionó tanto la sola idea de la guillotina que se mareó y tuvo que abandonar la sala. Este y otros incidentes minúsculos e insignificantes por sí mismos, pero que en épocas tan convulsas acaban siendo importantes, acabaron haciendo sospechar a sus camaradas, que comenzaron a mover los hilos para que fuese condenado como enemigo de la revolución.

Bajo el Terror de Robespierre, Sade fue arrestado y condenado a la guillotina. Así que nuestro amigo, después de pasar media vida en prisión como chivo expiatorio y haber apoyado la causa revolucionaria, se encontró camino del patíbulo.

Pero en el último momento, cuando ya lo conducían hacia el carro donde se trasladaban los condenados, las autoridades lo dejaron en libertad. No se sabe a ciencia cierta el motivo. Quizá fuese la incompetencia burocrática del momento, el caos reinante, o también las acciones de Constance que, desde fuera, hacía cuanto podía para que el marqués fuese liberado.

El caso es que Sade se libró de la guillotina y decidió apartarse totalmente de la política, para centrarse como escritor. En esta época se publicaron muchas de sus obras como "La nueva Justine"o "Historia de Juliette", que supusieron un enorme éxito aunque no terminaron de sacarle de los apuros económicos. Los editores se aprovechaban de su circunstancia y que fuesen firmadas con pseudónimo para llevarse la mayor parte del dinero que generaban.

Otro problema vino a sumarse al económico: cada vez más gente sospechaba que era el autor de "Justine", e incluso aparecieron artículos en los periódicos atribuyéndole la obra y arremetiendo contra él. Sade sabía que la publicación de más novelas libertinas agravarían la situación, pero no tenía otro medio de ganarse la vida.

Puso sus esperanzas en el nuevo régimen político, encabezado por el cónsul Napoleón Bonaparte, pero con Sade por medio esas cosas no importaban. Ya fue encarcelado por la monarquía y la revolución en juicios partidistas y ahora no sería Napoleón quien lo perdonase.

En 1801, Sade fue detenido y juzgado por haber escrito "Justine" e "Historia de Juliette". Él lo negó, y en realidad no había ninguna prueba, pero su fama fue más fuerte que su palabra así que acabó siendo recluido de nuevo en el manicomio de Charenton, donde pasaría el resto de sus días, aunque allí la vida le reservaba una pequeña satisfacción.

M. Coulmier, director del centro, era un hombre activo que se esforzaba por mejorar las condiciones de los reclusos tanto como podía y tuvo la idea de organizar representaciones de teatro, así que nuestro marqués se encontró llevando a la práctica una de sus mayores aficiones, posiblemente en el lugar que menos hubiese imaginado.

La idea tuvo bastante éxito y mucha gente viajaba desde París para contemplar la nueva "terapia contra la locura". Una de estas personas, un joven llamado Armand de Rochefort, nos ha dejado un testimonio que refleja la visión que tenían de nuestro amigo sus contemporáneos, y también de la doble moral con que se le juzgaba:

"Mientras asistía al espectáculo, a mi izquierda se sentó un anciano de cabeza baja y mirada de fuego. La cabellera blanca que le coronaba prestaba a su rostro un aire venerable que imponía respeto. Me habló varias veces con una elocuencia tan calurosa y una inteligencia tan variada que me inspiró mucha simpatía. Cuando nos levantamos de la mesa, pregunté a mi vecino de la derecha el nombre de este cordial caballero y me respondió que era el marqués de Sade.

Al oírlo me alejé de él con tanto terror como si me hubiera mordido la serpiente más venenosa. Sabía que este detestable anciano era el autor de una novela monstruosa en que estaban publicados todos los delirios del crimen en nombre del amor. Había leído este libro infame, que me había dejado la misma impresión de repugnancia producida por una ejecución en la place de Grève, pero ignoraba que un día vería a su creador admitido a la mesa del director de una institución pública.
"

Es decir, que Sade es un monstruo, autor de un libro infame que le produce arcadas que, no obstante, se ha leído en su totalidad, un libro que es un best seller de la época.

Y no es un hipócrita, claro.

Sade murió en 1814 en aquel manicomio. En una de sus últimas cartas decía:

"Sí, soy un libertino, lo reconozco; he concebido todo lo que puede concebirse en este sentido, pero ciertamente no he hecho todo lo que he concebido, ni lo haré jamás. Soy un libertino, pero no soy un criminal ni un asesino."

Besos a tod@s


viernes, 2 de octubre de 2009

LA HISTORIA DE LAS CABRAS

Hola, amigos:

Una vez pasado el cabreo católico-pedófilo os doy la bienvenida de nuevo a la zona íntima de Mike. Por petición popular, hoy hablamos de una historia peliaguda, porque no sé si los delitos cometidos en el ejército prescriben. Me encomiendo a la desidia de la justicia y la comprensión de mi amiga Esther, mi teniente O´Neil particular, para que no me denuncie.

Allá vamos.

Yo fui de los últimos españoles en hacer "mili" obligatoria. Estaba destinado en la Base Aérea de Morón de la Frontera, compartida con los estadounidenses. Mi puesto habitual de trabajo me convertía en imprescindible para el cuerpo de suboficiales de la Base ya que, sin mí, nada funcionaba correctamente: era el camarero del Pabellón de Suboficiales y ya sabemos que sin el café y la copita de por la mañana los sargentos españoles no trabajan como la patria exige. El puesto era un chollo porque me libré de todas las guardias, hasta que un huracán llegó a Florida, EEUU.

Dada la distancia existente entre Florida y Sevilla pensareis que no pasa nada, pero no es así. Resulta que la Base de Morón tiene ( o tenía en aquel momento) la tercera pista de aterrizaje mas larga del mundo. Cuando hay mal tiempo en USA se convierte en alternativa para el aterrizaje de la lanzadera espacial. Se instalan unos láseres gigantescos en las inmediaciones de la base para guiar la nave desde el espacio, y como están fuera del perímetro militar los que custodian esas instalaciones provisionales son los soldados españoles que no suelen hacer guardias, o sea, yo.

La instalación estaba en medio de un olivar. En un cuadrado de hormigón habían instalado un láser enorme, un generador y una garita. Era aburrido hasta la desesperación. A las tantas de la madrugada, harto, cansado y somnoliento, recordé algo que me dijeron en la instrucción, aunque también pude haberlo oído en la peli "El sargento de hierro": tu fusil es tu vida, tu compañera, más que una novia, así que me abracé a mi CETME pensando que era Pamela Anderson y me quedé frito.

Me despertó un ruido extraño.

Abrí lentamente un ojo y comprobé dos cosas: que ya había amanecido y que un rebaño de cabras había invadido la posición. Sobresaltado, me incorporé como un resorte, intentando espantar uno de los bichos que mordía un cable.

¡Aparta, me cago en la puta!

Y en ese momento una voz de cateto cortó el viento y llegó a mis oídos:

¡Buenos días compadre!

¡Coño! ¿quién es usted?

To esto era de mi familia hasta que Franco se lo dio a los americanos.

Me parece muy bien, pero es un área militar, aquí no se puede estar.

To la vida ha sio nuestro, ¿sabe?, cuando yo era un zagal corría por tol olivar.

Que me parece muy bien pero tiene que irse... ¡que si las cabras se comen el cable la liamos!

Se van a comé, ni se van a comé ná. Nostá duro eso.

Ante la gravedad de la situación decidí llamar al puesto de control por el walkie-talkie, no quería pensar que la cabra llegase al interior del cable, se quedase frita y se cargara el láser. En mi cabeza veía la lanzadera envuelta en llamas, mis huesos en la cárcel... Dios mio.

Topo a nido, topo a nido. Cambio.

Adelante topo. Cambio.

Un rebaño de cabras ha invadido el perímetro. ¿Qué hago? Cambio.

Repita, topo. Cambio.

Que un rebaño de cabras ha invadido la posición, nido. ¿Qué hago? Cambio.

¿Ha seguido el protocolo, topo? Cambio.

Este... pues claro, nido. Verá... le he dado el alto... pero eran muchas cabras y no sé si es que no me han entendido y han seguido y yo... bueno... no sé que hacer, nido. Cambio.

¿No estaría dormido, topo? Cambio.

¡Para nada, nido, para nada! Vinieron de golpe, ¿sabe? este... como si brotasen... ca...cambio.

Siga el protocolo, topo. Repito, siga el protocolo. Cambio y corto.

El protocolo seguía con un disparo al aire y si eso no funcionaba... no quería ni pensarlo. Y me dispuse a explicárselo al cabrero.

Mire, tenía que haberle dado el alto, pero bueno, me ordenan que pegue un tiro al aire y se le van a espantar las cabras...

Con la de conejos que he cazao con mi primo... estas no salen corriendo por un tiro, compadre.

Pero hombre, por Dios, que tiene que irse, ¡que las cabras se van a comer los cables y la vamos a liar!

Franco no le dió un duro a mi padre, ¿sabe? Y el olivar era nuestro desde los tiempos de Napoleón lo menos.

Estaba claro que habría que seguir de nuevo el protocolo. Había que disparar al intruso o intrusos. Y aquí se presentaba un dilema matemático.

Había que matar mas o menos cincuenta cabras y un perro. Para ello disponía de un subfusil CETME de última generación, capaz de disparar 600 proyectiles por minuto pero que estaba equipado con un cargador de solo diez balas.

Las cuentas no me salían. Podía poner las cabras en fila y confiar en que pudiese matar cinco a la vez con cada bala y del perro podía ocuparme con mis propias manos, que también son un instrumento mortal, pero lo veía muy complicado, así que decidí hablar, una vez más, con el cabrero.

Por favor, hombre, que voy a tener que matar alguna cabra...

¡¡ Como toques una cabra te agarro por el pescuezo y te deslomo, enano, mal parido !!

En ese momento mi determinación me abandonó tan rápido como pudo, la camisa dejó de llegarme al cuerpo y retrocedí ante aquel rudo campesino armado con un garrote que me miraba con ojos feroces, demostrando poseer tan solo la valentía suficiente para no hacerme pipí encima.

Cuando valoraba seriamente la posibilidad de salir corriendo hacia la base apareció un Land-Rover con unos cuantos soldados profesionales que dieron un nuevo giro a la situación. Tal como se bajaron, montaron sus fusiles, apuntaron unos al cabrero y otros a las cabras y dijeron escuetamente "largo".

El tipo enarboló el cayado pero en dirección a los animales y en cinco segundos desalojaron el terreno. Para ello bastó que les hablase en su propio idioma, diciendo algo que sonaba mas o menos así:

Joiodios-ahivayá-heyyyyyyy-tstststststststs-caaaaaa-hey-hey-hey !!!

Cuya traducción literal en castellano es "venga, chicas, al escenario" y en argot cabrero significa "anda, vámonos".

Tras el desalojo me tocaba enfrentarme a la mirada encendida y acusadora del sargento. Debió verme tan desvalido, humillado y superado por las circunstancias que se limitó a suspirar, mover la cabeza negativamente y reflejar en su frente la frase "recluta acojonado de mierda" mientras montaba en el Land-Rover.

Puedo jurar que nunca en mi vida he vuelto a tener los ojos tan abiertos como en el resto de aquella guardia, de forma que cuando vinieron a relevarme tenía secos los dos de arriba y con la tortuguita asomando el de abajo. En la base, mientras parpadeaba con fuerza y relajaba mis nervios poniendo una caquita, pensaba que lo peor había pasado.

Ignoraba que me quedaba el último trago, el de la guardia del segundo día por la noche.

Pero esa es otra historia.

Besos a tod@s