lunes, 14 de diciembre de 2009

UN MARISCAL FALTO DE COJONES


Hola, amigos:

Toda guerra es un sinsentido, al menos para mí, pero algunas circunstancias de la que hoy nos ocupa no pueden ser más ridículas. Y sería para partirse de risa si no fuese porque le costó la vida a mucha gente y algunas de sus consecuencias forman parte de los problemas que hoy arrastra el pueblo palestino.

He tenido el dudoso honor de ver de cerca, muy cerca, lo estrechos de miras y lo ceporros que pueden llegar a ser los militares, pero al menos he comprobado que son valientes en su mayoría. Mas les vale, porque cuando pierden el valor les cae lo que un buen amigo mío define así: "pequeño canapé frío, típico de los domingos, elaborado principalmente con trigo horneado". Una ostia, vaya, que es exactamente lo que se dieron los árabes en 1967 cuando se enfrentaron a Israel en una guerra tan fugaz que solo duró seis días, y de ahí el nombre que recibió, aunque en realidad el pescado estaba vendido en las primeras seis horas de conflicto.

Todo viene de antiguo, de cuando la ONU decide dar un trocito de tierra a los judíos en 1948, tras la Segunda Guerra Mundial, para acabar con su condición de parias errantes por el mundo. Un trocito que reclamaban a base de atentados terroristas contra los británicos, los gestores del protectorado de Israel. Un trocito de un territorio ocupado por un pueblo llamado palestino y que se negaba a cederlo, algo que no debería haber sorprendido al mundo ya que llevaban allí unos 1.200 años. Viene a ser como que de un día para otro traguemos con que Marruecos se quede con Andalucía porque ellos estuvieron en la península 750 años (desde el 711 hasta 1492) y nosotros llevamos instalados menos de 600.

El caso es que los palestinos se vieron despojados de sus derechos sobre parte de unas tierras que reclamaban como suyas. Cuando los británicos se marcharon dejando Israel en manos de los judíos, declararon la guerra con el apoyo de la comunidad islámica. Ante la situación que se estaba formando EEUU apoyó a Israel, y como respuesta los árabes pidieron el cariño de la URSS. En plena guerra fría el pitote que se había montado era monumental, acabando con una paz forzada en la que los israelíes, ganadores del conflicto, acabaron con más territorio del que les concedió la ONU y los palestinos solo consiguieron retener Gaza y Cisjordania bajo su control.

En 1968, el mapa de la zona era este:


Podeis comprobar que Israel tiene justo al norte al Líbano, al este Siria y Jordania y al sur la Península del Sinaí, dominada por Egipto formalmente pero ocupada por tropas de la ONU. Solo Jordania mantenía una política de relativa neutralidad porque su rey, Hussein, no estaba convencido de que la guerra fuese una buena solución.

A primeros de Mayo de 1967, el servicio secreto soviético, el KGB, informó a Egipto de que Israel estaba concentrando tropas en la frontera con Siria para una inminente invasión. La concentración era inexistente y el Primer Ministro israelí invitó al embajador soviético a comprobarlo. Israel argumentó, con una lógica aplastante, que bastante tenían con aguantar sus propias fronteras y no había más que ver la inmensidad del territorio Sirio para comprender que una invasión estaba condenada al fracaso, pero el embajador ruso contestó que su misión era comunicar las verdades rusas, no comprobarlas. En otras palabras, que no se jugaba el destierro a un Gulag por contradecir al todopoderoso KGB.


Egipto dió por buena la noticia y se la transmitió al resto de los países. Aunque Jordania seguía sin estar convencida Siria sí la creyó y pidió ayuda al presidente-dictador egipcio, Gamal Abdel Nasser. El amiguete decidió intimidar a Israel con tanta energía como poco cerebro: expulsó de la península del Sinaí a  las fuerzas de la ONU, y trasladó allí más de 70.000 soldados.

Seguramente Nasser no deseaba una guerra, sino tirarse un farol para arrogarse el papel de líder de la zona y obtener ventajas políticas. El problema es que los demás países árabes, incluyendo a los palestinos, ni siquiera se plantearon que fuese una fanfarronada y organizaron una campaña mediática en prensa, televisión y radio tan estrepitosa que los judíos se convencieron de que sus vecinos estaban a punto de invadirlos. Al fin y al cabo, tenían la certeza de que sus unidades en la frontera siria no existían, pero los 70.000 soldados egipcios en la frontera israelí sí.

El Primer Ministro de Israel pensó que de perdidos al río. Si iban a tener que pelear, al menos darían la primera bofetada y pidió al Estado Mayor un plan de ataque preventivo, tan desesperado como ilegal, porque no estaba muy claro si Egipto trataba de invadir o de intimidar. El plan consistía en atacar a los aviones egipcios en sus bases, antes de que despegasen, para al mismo tiempo atacar con el ejército de tierra en una operación relámpago. Sobre el papel, las posibilidades israelíes eran muy escasas, porque aunque la ofensiva tuviera éxito, todo el ejercito se concentraría en el sur, dejando el resto de fronteras a merced de los demás países árabes hostiles.

Pero cuando todo parecía perdido, el destino les echó una mano en forma de militar cobardica.


La mañana del 5 de Junio, minutos antes del ataque, el Mariscal Hakim Amer, Ministro de Defensa egipcio, había despegado en visita de inspección al Sinaí con la mitad de sus generales, incluyendo al jefe de la Fuerza Aérea. No se debía fiar demasiado de sus propios soldados porque para viajar con seguridad había prohibido a la totalidad de las baterías antiaéreas del país abrir fuego contra cualquier avión que sobrevolase la zona.

Los israelíes, que desconocían este hecho, atacaron simultáneamente trece aeropuertos con todos los aviones disponibles sin recibir un solo disparo. A media mañana, 286 de los 420 aparatos egipcios estaban destruidos y el resto no podía despegar porque todas las bases estaban inutilizadas.

El desgraciado Amer tardó noventa minutos en encontrar una pista operativa donde aterrizar. Lo logró en un remoto aeródromo y tuvo que desplazarse al Cuartel General Supremo... en un taxi. Cuando llegó, las columnas acorazadas israelíes arrasaban el Sinaí y las tropas de tierra egipcias huían en desbandada, vendidas ante los temibles cazas judíos.


Hasta aquí podemos entender que Amer fue tomado por sorpresa y que la falta de fuego antiaéreo era  pura mala suerte, pero es que ahora viene lo más curioso.

Nuestro amigo sabía que Nasser era cualquier cosa menos comprensivo. Al ser consciente del desastre se hizo una caquita en los pantalones tan espantosa que decidió ocultarle lo ocurrido y ver si las cosas se enderezaban. Para ello tuvo la genial idea de intentar que el resto de países árabes entraran en guerra elaborando la mentira más grande de la historia militar. El parte que redactó decía que ante un ataque sorpresa israelí el ejército egipcio había derribado 161 aparatos judíos y el propio Amer notificó a sus aliados la destrucción del 75% de la fuerza aérea israelí, además de una imaginaria ofensiva terrestre propia.


A mediodía, el engañado presidente Nasser lió a su vez al moderado Rey Hussein de Jordania, informándole de la paliza recibida por los judíos y animándole a invadirlos antes del fin de la guerra. Los israelíes, que habían dado a Hussein la seguridad de no atacarle si no eran atacados, esperaban recibir unas salvas simbólicas pero lo que les llegó de Jordania fue un bombardeo en toda regla imitado más al norte por los sirios, ya que creían que Israel estaba indefenso. La aviación israelí, calentita y con la moral por las nubes, atacó las desprevenidas posiciones árabes. Poco después de mediodía la totalidad de la fuerza aérea jordana y dos tercios de la siria estaban destruidas al precio de doce aparatos y sus ejércitos de tierra habían puesto pies en polvorosa.

Los jordanos agacharon la cabeza pero los sirios se hicieron caquita, como nuestro Mariscal, y también se jactaron de vapulear a los judíos. Como, en teoría, los egipcios estaban camino de Tel-Aviv, el entusiasmo árabe era indescriptible y hacia las cuatro de la tarde el presidente Nasser se presentó en el puesto de mando del Ministro Amer para felicitarlo en persona.

Nadie sabe lo que ocurrió en aquél cuartel y no consta lo que el cabreadísimo Nasser le dijo al acojonado ministro cuando se enteró de todo, pero sí  se sabe que Amer se suicidó en su calabozo mientras esperaba la formación de un consejo de guerra.

Nasser intentó una huída hacia adelante. Para salvar el honor árabe y provocar la intervención soviética difundió la versión de que el ataque aéreo inicial había sido efectuado por aviones anglo-norteamericanos. Al día siguiente Egipto, Argelia, Siria, Sudán, Yemen e Irak romperían relaciones diplomáticas con los EEUU y el Reino Unido. Los teléfonos de la Casa Blanca estaban literalmente al rojo vivo, intentando averiguar lo que había pasado y que la URSS no declarase la Tercera Guerra Mundial.

Los israelíes, mientras tanto, guardaban un silencio sepulcral, porque en realidad su ataque a Egipto perfectamente podía ser declarado ilegal por la ONU y se limitaron a ocupar el mayor territorio posible aprovechando la huida de los ejércitos árabes, entre ellos los que les quedaban a los palestinos.

Pero la pantomima duró solo cinco días, al cabo de los cuales se descubrió el pastel y la ONU ordenó el alto el fuego. La guerra había comenzado la mañana del 5 de Junio de 1967 y había terminado el 10 de Junio por la noche, quedando la mañana siguiente, el 11 de Junio, como el dia de finalización.

Aquí teneis el antes y el después de la guerra:



Israel terminó conquistando todo el territorio que la ONU había dejado a los palestinos (Gaza y Cisjordania), los Altos del Golán (una posición defensiva estratégica en la frontera con Siria) y toda la península de Sinaí, aunque esta última se la devolvió posteriormente a los egipcios como compensación por otra guerra.

Casi todo gracias al Mariscal Hakim Amer, tan torpe como cobarde, aunque me da la sensación de que con lo espesitos de mollera que son en la zona mas tarde o mas temprano la guerra hubiese estallado igual y probablemente con un resultado similar.

Besos a tod@s

1 comentario:

Anónimo dijo...

tengo entendido que el conflicto (moderno) palestino_israeli comenzo desde la finalizacion de la priemra guerra mundial, cuando Inglaterra, por medio del almirantazgo de egipto prometio a los arabes un trozo de palestina y arabia a cambio de su ayuda y esta no se cumplio.