martes, 21 de abril de 2009

EL EXPERIMENTO CON LOS PRESERVATIVOS

Hola, amigos:

Si habeis seguido el blog, sabreis que me han metido el dedo en el culo dos veces y que tengo un bultito en el "hueso cuquis". Me operan dentro de dos días y la recuperación la haré en casa de mis padres, que no tienen internet, así que estaré desconectado un mes mas o menos. Para compensaros y por petición popular voy a publicar esta historia. La mayoría la conoceis, pero parece que vuestra sordidez no tiene límites. Como profesarla es parte de lo que os convierte en mis amigos voy a concederos el deseo, aunque considero que se trata de un experimento científico y empírico en toda regla y como tal debe ser tratada esta narración.

Todo comienza cuando descubro horrorizado que hacer el amor con mi novia me llevaría a la bancarrota.

Ella no quería oir hablar del condón femenino y no se podía tomar la píldora porque se le revolvían las hormonas. Solo quedaba el uso del preservativo de toda la vida, a ser posible en cajas de 24 que tenían algo de descuento. Mientras nos veíamos los fines de semana todo iba bien, pero cuando comenzamos a vernos también entre semana descubrí que gastaba mas pasta en condones que sumando internet, teléfono móvil, butano, luz y agua.

Afortunadamente tenía una solución.

Un amigo mío trabajaba reponiendo los preservativos de las máquinas expendedoras de los bares. Son los que están relativamente próximos a caducar, les queda un año, los surten en cajas de 100 unidades y me los dejaba a mitad de precio, así que le compré una cajita un miércoles .

Ese mismo fin de semana me dejó mi novia.

Y me encontré con noventa y seis preservativos que debía gastar antes de un año.

Noventa y seis.

Mientras hacía una lista de amigos a los que surtir y rumiaba mi mala suerte caí en la cuenta de que a grandes males grandes remedios. ¿Acaso no se guarda la comida en el frigorífico para que aguante mas tiempo? ¿Acaso no se congela el caldo de pollo sobrante para degustarlo en el siguiente resfriado? ¿No se podría ampliar la longevidad de un preservativo haciendo uso de la congelación?

Me dispuse a averiguarlo con diligencia y pasión, metiendo seis unidades en el congelador.

Enseguida surgió la primera pega. Si mi sex-appeal brutal y salvaje propiciaba un encuentro amoroso inesperado, habría que proceder a la descongelación por la vía rápida. No podría argumentar eso de "mejor lo hacemos mañana, cielo. Tengo que sacar el condón la víspera sin romper la cadena de frío...".

Tenía que descongelarse bien, pero sobre todo tenía que hacerlo pronto.

La primera opción fue usar el tan socorrido microondas. No funciona. El condón se queda seco y si lo ponemos demasiado tiempo se hincha y acaba explotando, dejando un delicioso aroma de latex por toda la casa durante muchos días.

En el horno se tuesta. Se pone duro como la cara de Julián Muñoz.

Al baño maría queda muy bien, perfectamente hidratado, solo hay que convencer a la chica de que estás calentando agua para un té y procurar que no mire dentro de la cacerola. Pero tiene sus inconvenientes. No vas a estar mirando cómo se descongela mientras la chica está sola en el salón. Estás con ella jugando, mordisqueando, y al mismo tiempo mirando con el rabillo del ojo el reloj. Primero tienes que buscar una pausa para apagar el fuego y luego otra, porque hay que esperar a que se enfríe. No es práctico.

En la sartén pasa como con los chipirones. Se seca, toma la forma de un rulito la mar de curioso y volvemos a tener aroma de latex en la casa, si bien menos persistente que en el caso de la explosión en el microondas. El último condón congelado lo puse a calentar sin sacarlo de su fundita, pero no hay forma de saber cuando está en su punto. Además, en cuanto coges la sartén, la chica piensa que el sexo se hará de rogar un poco y eso solo puede paliarse con una creación de Ferrán Adriá. Cuando ve preservativo de latex en vez de una piruleta de codorniz su predisposición al sexo mengua de forma alarmante.

Dado que ninguno de los procedimientos resultó ser satisfactorio, llegué a la conclusión de el pescado congelado queda muy bien con la salsa adecuada, la carne no queda mal tampoco y el caldo parece recién hecho, pero los condones deben ser consumidos frescos como los vegetales para que mantengan su textura y propiedades. Así que si os veis en una tesitura tan triste como la mía la mejor solución es regalar unos cuantos a los colegas y gastar los que se pueda.

Recordad también que la prostitución no es un recurso válido, ya que incluyen el preservativo en la oferta.

Ya solo queda esperar a que me concedan el Premio Príncipe de Asturias de Investigación y Desarrollo mientras se me cierra el nuevo agujero del culo.

Besos a tod@s

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dear Mike.... ¿no pensaste en organizar una orgia?

Suerte con el Dr. House.

Lucre

Mike dijo...

Dear Lucrecia:

No estoy hecho para el adulterio ni para compartir experiencias sexuales con mas de una persona... Me gusta desarrollar toda mi creatividad en una mujer, y solo en una... Me disperso en una orgía...

Lo cierto es que me avergüenza pensar que nunca se me ocurrió como solución. Cago en todo.

Y gracias por desearme suerte. Espero que sea Dr House y no Dr Frankenstein o Dr Jekyll.

Besos.