jueves, 11 de diciembre de 2008

LA PRIMERA BODA GAY DE LA HISTORIA

Hola, amigos:

El puente lo he pasado en Madrid. El sábado quedamos para cenar con un amigo gay, y me ha venido a la memoria la primera boda homosexual de la historia, que además fué entre dos mujeres lesbianas, nada menos que en 1901, y en Galicia.

Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga pasaron por la vicaría de la parroquia de San Jorge (A Coruña) el 8 de junio de 1901. El cura no era ningún liberal dispuesto a crear escuela con su permisividad, sino una víctima de las circunstancias.

Para los padrinos y los testigos de aquel enlace, y por supuesto para el incauto párroco, quien besaba y hacía arrumacos a Marcela no era otra mujer, sino Mario, un treintañero de incipiente bigote. Una identidad ficticia permitió a Elisa contraer matrimonio con la que era su pareja desde hacía 12 años.

Nuestras amigas se habían conocido durante su etapa de estudiantes en la Escuela Normal de Maestras de A Coruña, donde se formaban las futuras docentes. Enseguida se hicieron inseparables y lo que comenzó siendo una amistad dió paso a una relación más intensa e íntima.

Las constantes alusiones a su amiga hicieron sospechar al padre de Marcela, un capitán del Ejército, que su amistad iba más allá de lo permitido socialmente, así que la mandó a Madrid con el propósito de que la distancia fuese el olvido, y también ante el temor a que el escándalo dañara la reputación de su hija... y de la familia.

Pero como el amor no tiene fronteras, la pareja siguió en contacto con muchísima discreción y manejaron muy bien los hilos para poder reencontrarse al finalizar sus estudios. Elisa fue destinada como maestra interina a Couso, una pequeña parroquia entre A Coruña y Finisterre. Muy cerca, en el municipio vecino de Vimianzo, se instaló Marcela.

El reencuentro avivó la llama de su relación y comenzaron a vivir juntas en una aldea llamada Calo. Allí permaneció Elisa dando clases cuando Marcela se marchó a otra localidad cercana, Dumbría, donde encontró trabajo en la casa escuela. Cada noche, Elisa recorría la docena de kilómetros que las separaban para dormir con su amada. Estamos en 1889.

La convivencia durante 12 años de las dos mujeres fué respetada por los vecinos, no se sabe si por desconocimiento del tipo de relación entre ambas o por una sorprendente transigencia, poco acorde con el espíritu represor de la época con las conductas homosexuales.

Todo cambió en 1901 cuando Elisa, que hasta entonces se relacionaba con las familias más distinguidas de Vimianzo y Dumbría, decidió romper con todo lo establecido. Dejó su trabajo como maestra y se marchó, apareciendo después convertida en Mario, el nombre que escogió para falsificar su identidad. Cambió la melena, las faldas, los refajos y los corsés por una apariencia distinta con pelo corto, traje y ademanes masculinos. También se buscó una personalidad y un pasado tomando como referencia a un primo suyo fallecido en un naufragio. Con imagen de varón, que ya no abandonó, se presentó en la Escuela para solicitar un certificado de estudios.

Su imaginación trasladó su infancia a Londres y transformó en ateo a su padre. La excusa perfecta para convencer al incauto padre Cortiella, párroco de la iglesia de San Jorge de A Coruña, para que lo bautizase. El 26 de mayo de 1901 pasó por la pila bautismal y recibió la primera comunión.

Poco después, Marcela anuncia a su familia que, tras una breve relación con un tal Mario, se ha quedado embarazada, que lo han hablado y han decidido casarse inmediatamente.

Para entonces, Elisa-Mario ya se había ganado la confianza del cura, que no vio nada extraño en su voluntad de contraer matrimonio con la señorita Marcela para compensar el desliz del bombo. La boda se celebró el sábado 8 de junio de 1901 con alevosía y madrugón -a las siete de la mañana- en la iglesia de San Jorge y como cualquier matrimonio que se precie, Marcela y Mario tuvieron su noche de bodas. La pensión Corcubión, en la céntrica calle de San Andrés, fue el escenario de su pasión.

Pero fueron descubiertas por la dueña, que montó un escándalo tremendo. La noticia salió en las primeras páginas de la prensa gallega y madrileña con titulares muy llamativos como "¡Un matrimonio sin hombre!".

Los testimonios recogidos en periódicos de los días siguientes revelan la expectación que desató el hallazgo de que Mario era en realidad una señorita.

"Buena responsabilidad se han echado sobre sí. Nunca será bastante para el escarmiento de actos que alarman a la sociedad quebrantando sus más fundamentales principios", exponía con tono doctrinal un famoso jurista, Ramón Vilas.

Sellier, el fotógrafo que retrató a la pareja, hacía alarde de un comportamiento señorial y se mostraba poco partidario de ejercer de vendedor de exclusivas, pese a las numerosas solicitudes de curiosos para ver la imagen de los contrayentes.

"No tendrá nadie el retrato como no me lo roben. Y para evitarlo ya tengo tomadas mis medidas".

No fueron demasiado efectivas, ya que aquí tenemos la foto:




Tras la publicación de la noticia, Marcela añadió mas leña al fuego al decir:

"Elisa y Mario son una misma persona, pero tiene más de hombre que de mujer"

Lo que aumentó el escándalo y desató un auténtico calvario para las dos mujeres casadas. Hubo negativas de empleo para Elisa-Mario, despido inmediato para Marcela, burlas y mucho menosprecio a su condición sexual. Finalmente, una orden judicial de busca y captura las obligó a poner pies en polvorosa.

Fueron vistas en Vigo y Oporto, y su pista se pierde en un barco con destino a América, probablemente rumbo a Argentina.

Una historia de amor entre dos mujeres, que vivieron la primera boda gay de la historia, o al menos el primer matrimonio homosexual de la historia de España, porque no hay registros anteriores en otros paises, que yo sepa.

Besos a tod@s menos a una, que además del beso se lleva un abrazo.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Una historia preciosa a la vez q injusta...se me ha quedado una pregunta en el tintero,a ver Don Greatmike,cuentas q en la noche de bodas se quedaron en la pensión Corcubión y q la dueña destapó el escándalo,mi pregunta es...cómo esa buena mujer pudo darse cuenta del pastel?tal vez los chillidos de gozo de ambas fue delatador o tal vez entró a limpiar la habitación y vió...lo q vió?jolin no veo modo,cuento con tu admirada sapiencia para q me puedas resolver este pequeño enigma.
La patri.besos y abrazo fuerte pa mi Migué