viernes, 7 de noviembre de 2008

UN PIRATA ESPAÑOL

Hola, amigos:

Antes de continuar con mi vicisitud médica, permitidme este post dedicado expresamente a Patricia, que me pidió ayuda en su búsqueda de piratas españoles, ya que todos los conocidos son ingleses, holandeses o franceses. Encontré varios, con vidas poco interesantes en general, salvo uno: Pedro Niño. Su historia es poco conocida porque tiene lugar mucho antes del Descubrimiento de América, en una época donde apenas se consignaban hechos históricos por escrito... porque casi nadie sabía escribir.

Con permiso de Patri para publicar esto, comenzamos.

Don Pedro Niño ( también llamado Pero Niño ), nació en 1378, en una familia noble venida a menos por dos razones: Su descendencia bastarda nada menos que de nuestro Rey Sabio, don Alfonso X, y de su apoyo a Pedro I durante la Guerra Civil contra Enrique, el fundador de la dinastía Trastamara.

Sin embargo, su educación caballeresca quedó garantizada por una infancia cortesana junto al príncipe, futuro Enrique III, y una adolescencia bajo un importante padrino: el condestable Ruy López Dávalos. Su ímpetu, buena presencia y fortaleza física le hicieron destacarse en sus primeras acciones armadas, en las que el rey hizo frente a un puñado de nobles levantiscos utilizando el procedimiento religioso favorito de la época: las ostias, y comenzar a rondar a las damas con intenciones muy cercanas a las de llevárselas al huerto.

Con veinticinco años, recibe el encargo de una expedición para pelear contra los piratas del Mediterráneo, con muy buenos resultados, en lugares tan lejanos entre sí como Orán, Túnez, Cerdeña y Marsella.

Pero lo más interesante comienza con la expedición atlántica encomendada por el monarca, entre 1405 y 1406, en apoyo del rey francés Carlos VI contra el rey de Inglaterra, Enrique V.

Con tres galeras, Pedro Niño es recibido en el Puerto de La Rochelle por el Condestable de Francia, Charles de Lebret. Allí, ante la evidente incapacidad de los franceses de pronunciar "Pedro" comienza a acostumbrarse a que lo llamen "Pego" o "Pero", y a continuación lanza una terrible ofensiva que destruye toda la zona existente entre esta ciudad y Burdeos, que estaba en manos inglesas. Finalizada la ofensiva, y en vista del valor demostrado, Charles de Savoisy, chambelán de Carlos VI, le propone asociarse en corso, es decir, practicar la piratería exclusivamente contra los ingleses, recibiendo una soldada del Rey de Francia y participación en los beneficios.

Con cinco galeras, navegan hacia la costa enemiga, hasta Cornualles, quemando Saint-Ives, donde capturan dos naves que Pero Niño envía a Harfleur. Merodeando entre Darthmouth y Plymouth, decidieron el asalto y destrucción del pequeño puerto de Portland, y acto seguido saquearon y destruyeron Poole, patria del afamado pirata Harry Pay. Finalmente, antes de volver a invernar a la localidad francesa de Sérifontaine, cerca de Ruán, en un audaz golpe de mano remontan el Támesis (una auténtica hazaña) y saquean los alrededores de Southampton, aunque no llegan a Londres.

Al llegar el otoño y el mal tiempo, regresa a Francia, donde es aclamado como un héroe y pasa el invierno en medio de actividades cortesanas, enseñando a las damas francesas cómo se las gasta un caballero español entre sábanas, como cuando en la localidad de Sérifontaine, en un lujoso palacio, esperaba la muerte el anciano caballero Renaud de Trie, Almirante de Francia y Consejero Real. Conocedor de la empresa de nuestro héroe, le invita varios días a su mansión. Allí, don Pero conoce a la joven y bella esposa, Jeanne de Bellengues... a la que instruye afanosamente en el juego del Teto, provocando el mayor escándalo de la época. Tras esos intensos días, Pero Niño acude a la Corte, a París, a cobrar su soldada, y es recibido afectuosamente por los duques de Orleáns y Borgoña.

La fama cortesana de nuestro héroe aumentará cuando participa en la prueba de quiebra de varas, simulacro de torneo muy de moda en la época, en la plaza de “La Pequeña Bretaña”, donde hoy está el Louvre. Y sobre todo cuando decide participar en el torneo de la plaza de “La Costura de Santa Catalina”. Más de cien caballeros de punta en blanco, es decir, cubiertos por la impresionante armadura de más de treinta kilos de la época, se abalanzan unos contra otros en un impacto brutal. Al caer la noche, sólo uno de ellos, con el rostro cubierto por el yelmo, permanece en pie. Las multitudes de París aguardarán hasta medianoche para ver la cara descubierta del campeón de Castilla.

Regresa el buen tiempo y con él comienza la última fase de la campaña. Pero Niño zarpa con sus naves de Ruán, y se reúne con Savoisy en Harfleur, donde acuerdan saquear las costas inglesas del mar del Norte. Sin embargo, las tormentas les impiden su ojetivo, alejándolos a costas belgas (La Esclusa) e impidiendo su enfrentamiento con naves inglesas. Los desperfectos son tan grandes que Savoisy, en el puerto de Gravelines, abandona la expedición.

Recobrando los ánimos, Pero Niño navega hacia costas normandas y allí encuentra al caballero bretón Héctor de Pontbriand, quien le propone asociarse para atacar la isla de Jersey. En total ambos líderes comandan unos mil hombres de armas. Tras el desembarco, nuestro amigo recibe el mando de castellanos y bretones, y dispone al ejército para la batalla. Y no se trata de ninguna tontería: la isla cuenta con la protección de tres mil guerreros ingleses, doscientos de ellos a caballo. El desordenado ataque inicial inglés es detenido en seco por los aliados, pero a continuación la situación se complica. En medio de la masacre, Pero Niño, su lugarteniente Gutierre Díaz de Games y un grupo de guerreros castellanos rodean las líneas inglesas y se lanzan contra su retaguardia, abatiendo el pendón de San Jorge y acabando con Jacquot de Vinchellez, el oficial real. La desbandada inglesa fue absoluta y don Pero hubo de mantener por la fuerza a sus hombres ordenados, evitando la matanza de prisioneros. Informado de la presencia de varios castillos con más tropas por la zona, los aliados deciden aceptar el rescate que la población les ofrece a cambio de sus vidas: diez mil coronas, una fortuna enorme para la época.

Satisfechos con el resultado, la expedición regresa a Francia, a Brest, donde Pedro Niño, requerido en Castilla, envió mensajes de despedida al Rey y los duques franceses. Acompañado por Robert de Braquemont y el obispo Saint-Flour, embajadores galos, desembarcaron en Santander, y tras una breve parada en su casa de Valladolid, llegaron a la Corte en Madrid, donde don Pero fue colmado de honores y armado caballero por el propio Rey.

Protagonizó un sonado escándalo al enamorarse, cortejar y hacerle la caidita de Roma a Beatriz, hija del rey Pedro de Portugal, que estaba en custodia del propio rey de Castilla. Casi cuesta una guerra civil, pero consigue casarse con ella. A raíz de su matrimonio cambia de vida, se vuelve apacible, y permanece junto a su esposa en sus tierras del condado de Buelna hasta su muerte en 1453.

Gracias, Patri, por la inspiración, y espero que por una participación generosa en los beneficios de la apuesta.

Besos a tod@s .

2 comentarios:

Anónimo dijo...

BONITA ENTRADA

Anónimo dijo...

Me encanta, es magnífica.